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martes, 1 de mayo de 2012
EL ORIGEN
DEL PRIMERO DE MAYO
Rosa Luxemburgo, febrero
de 1894
(Ilustración: Pancarta en Melbourne, 1856)
Escribe Rosa Luxemburgo refiriéndose al origen del 1°
de Mayo:
“La feliz idea de instaurar un día de fiesta proletaria para lograr la
jornada laboral de ocho horas nació en Australia, donde ya en 1856 los obreros
habían decidido organizar un día completo de huelga, con mítines y
entretenimiento, como una manifestación a favor de la jornada de ocho horas. Se
eligió el 21 de abril para esa celebración”.
Al principio los obreros australianos pensaban en una única celebración,
aquel 21 de abril de 1856. Pero como esa primera celebración tuvo un efecto muy
fuerte sobre las masas proletarias de Australia, animándolas con ideas
agitadoras, se decidió repetirla todos los años.
Efectivamente: ¿Qué podría proporcionarles a los trabajadores más coraje
y fe en su propia fuerza que un paro masivo, decidido por ellos mismos? ¿Qué
podría proporcionarles más valor a los eternos esclavos de las fábricas y de
los talleres que el reconocimiento de su propia gente?
Por eso, la idea de una fiesta proletaria fue rápidamente aceptada y
comenzó a extenderse de Australia a otros países, hasta conquistar finalmente
todo el mundo proletario.
Los primeros en seguir el ejemplo de los obreros australianos fueron los
norteamericanos. En 1886 se fijó el 1º de mayo como el día de la huelga
universal. Ese día, 200.000 trabajadores abandonaron sus lugares de trabajo y
exigieron la jornada laboral de ocho horas. Más tarde, la policía y el
hostigamiento legal impidieron por muchos años la repetición de esa gran
manifestación. Sin embargo, en 1888 restablecieron su decisión y fijaron el 1º
de mayo de 1890 como el día de la siguiente celebración.
Mientras tanto, el movimiento obrero en Europa se había fortalecido
notablemente. La expresión más poderosa de este movimiento ocurrió en el Congreso
Internacional Obrero de 1889. En ese Congreso, al que asistieron 400 delegados,
se decidió que la jornada de ocho horas debía ser la primera reivindicación. El
delegado de los sindicatos franceses, el obrero Lavigne de Burdeos, propuso
difundir esa reivindicación en todos los países mediante un paro universal. El
delegado de los trabajadores estadounidenses llamó la atención de sus camaradas
sobre la decisión de ir a la huelga el día 1º de mayo de 1890, por lo que el
Congreso fijó esa fecha para la fiesta proletaria universal.
Los obreros, al igual que treinta años antes en Australia, pensaban
solamente en una única manifestación. Ese 1º de mayo de 1890 el Congreso había
decidido que los trabajadores de todos los países se manifestarían juntos por la
jornada de ocho horas. Nadie había hablado de repetir la celebración en años
siguientes. Naturalmente, nadie podía predecir el enorme éxito que tendría esa
idea ni la rapidez con que sería adoptada por la clase obrera. Sin embargo, fue
suficiente celebrar el 1º de mayo tan sólo una vez para que todos comprendieran
y sintieran que debía convertirse en una institución anual y permanente.
El 1º de mayo significaba establecer la jornada de ocho horas. Pero aún
después de haber logrado este objetivo, ese 1º de mayo no fue abandonado.
Mientras continúe la lucha de los obreros contra la burguesía y la clase
dominante, mientras todas las exigencias no hayan sido satisfechas, el 1º de
mayo continuará siendo la manifestación anual de esos reclamos. Y cuando lleguen
días mejores, cuando la clase obrera del mundo haya logrado su objetivo, es
probable que la humanidad entera también celebre el 1º de mayo, honrando las
amargas luchas y los sufrimientos del pasado.”
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